4:58

Memorias… de una geisha? (3ra parte)

-Es lindo…- me encontré diciendo casi en automático mientras Alice sonriendo otra vez, tomaba un libro bastante grande en el que escribió “mi nombre”.

-Brenda, debes saber que… -empezó a decir Alice, pero en eso irrumpió en el lugar una cara en extremo conocida, aunque de entrada no supe de quien se trataba. Esa joven así como entro, cambio la expresión de Alice: de una ninfa a un demonio.

Alice solo dijo “llegas tarde” mirando a la chica a la cual yo trataba de dar nombre en mi cabeza, o mas bien regresárselo porque estaba segura de tenerlo, de conocerlo y esta bajo la mirada como el perro que se sabe merecedor de un castigo. Pero yo continuaba estando demasiado distraída y además deslumbrada, por lo que deje aquello como una anotación en mi cabeza, un asunto de resolver después porque en ese momento, estaba ocupada en otras cosas.  Poco después Alice volvió como si de un sueño o imaginación mía se tratara, a estar tan encantadora como en un principio y así, tomando delicadamente de una de mis manos, me hizo acompañarla a recorrer la casa.

El lugar no dejo de ser tan lujoso como yo lo vi en un principio, pero mientras más nos adentrábamos, mientras mas lugares pisábamos, menos brillo tenia, menos magia… pero justamente eso alimentaba mi deseo. Quería, necesitaba saber que escondía ese lugar, por eso aunque ya tenía cierta idea de qué pasaba, yo no quería irme.

En eso cruzo frente a nosotras una mujer de tan baja estatura como Alice, pero esta estaba bastante entrada en carnes y era de raza negra. También su ropa era diferente a la de Alice, así como su mirada cuando se encontró con la de nosotras; esta era huidiza, muy tímida y parecía como si nos temiera, pero sobretodo a Alice. Esta última nos presento diciendo que era la secretaria, que se llamaba Mary. A todo Mary contesto con un asentimiento y tras esto disculpándose, se acercó a Alice y le dijo algo que yo no pude oír. Acto seguido, Alice me tomo del brazo, me llevo a un dormitorio y de repente empezó a tocarme como si me midiera.

-No has traído mas ropa, verdad?
-Como?
Yo estuve a punto de armar pelea, pero me di cuenta que Alice no intentaba nada sexual conmigo, solo estaba justamente, midiéndome. Poco después saco de un armario un vestido rojo, con bordados en dorado y algunos pequeños detalles en negro, para después sacar unos zapatos a juego. Estos eran unas mules, con tacón bastante alto. Yo me pregunte si de verdad quería que me cambiara de ropa, pero era evidente que si… y en su presencia.

-No tengas vergüenza, voy a ayudarte a vestir – Joder…. Tan evidente era? Se veía que si, pero no dije nada; me di la vuelta y me saque la ropa. Para que mentir? Estaba excitada en todo el sentido de la palabra, me había gustado no estar sola en esa habitación, que Alice me tocara y que me dijera, siendo que ella era tan atractiva, que yo lo era. Lo sabia, pero que alguien así te lo diga es un plus. Alice parecía experta en eso de los vestidos chinos ultra ceñidos porque me puso el vestido ese mas rápido de lo que palpitaba mi corazón, me soltó el cabello y me maquillo de una forma muy original: me beso tan intensamente que sentí como se me encendían las mejillas y me mordió los labios. Lo hizo fuerte, pero de manera tal que no me hizo daño, solo me causo placer. Un placer que no acabo ni siquiera cuando roto el beso me nalgueo y me dijo “buena suerte” mientras me hacia salir.

2 comentarios:

Ely Grados dijo...

Excelente! maravillosamente exquisito.

pero... no hay mas :/ sabes que soy adicta a tus escritos.

Sascha Lemoine dijo...

^^ tal vez me anime luego a agregar otra parte, pero por el momento eso es todo. Go-me-ne~~ <3

Publicar un comentario