-¿No te gusta que
nadie te domine?
-No. No me gusta. Y no me hace falta probarlo para
saberlo; lo sé porque solo de pensarlo
se me salen las ganas.
-¿O sea que te
causa placer que te dominen, pero no quieres aceptarlo? –Dijo con un tono de
voz tan inocente que de no estar frente a ese par de ventanas abiertas en la
oscuridad que eran sus ojos, tal vez no me habría dado cuenta de que buscaba
molestarme… y lo logró de todas formas.
-No, al
contrario. No importa cuanto deseo sienta por alguien, el simple hecho de
imaginarlo queriéndome dominar, hace que deje de desearlo al instante.
-Brutal. Pero…
eso podría ser una excepción. De pronto encuentres alguien que te cause
fascinación para experimentar que es sentirse dominado. Porque no simplemente
es ser flexible…
-No lo sé. Hubo
un tiempo en que tenía esa curiosidad, pero las veces que pensé en probar
terminaba haciendo lo de siempre; estaba arriba. Sinceramente Ángelo, no creo
que exista placer mayor que el de dominar. Sentir… ese control no en tus manos,
sino en el cuerpo ajeno y que de él llegue a ti… es indescriptible, excitante
de solo pensarlo.
Y mientras
hablaba, yo no podía pensar en otra cosa que en tener su cuerpo bajo el dominio
del mio. Lo veía en mi cabeza peleando, negándose a ser tomado por mí. Justo en
ese momento, tenia fantasías de nosotros: yo con el rostro sangrante por culpa
de sus golpes y él sangrando también, pero de entre sus piernas, mientras yo me empujaba en su interior
manchándome la piel con su sangre y mi sexo… palpitando en su interior. La
fantasía terminó cuando él volvió a hablarme.
-Bueno, en ese
caso no puedo decir nada.
Si hubiera
alguien siguiéndonos los pasos, mirando cada momento que pasábamos juntos y
escuchando cada palabra, tal vez ahora estuviera sorprendido del tema de nuestra conversación. De hecho, yo
mismo estaba sorprendido, gratamente, de que con él todo parecía fluir como si
los astros tuvieran estuvieran maniobrando el tiempo y el espacio para que
ambos pudiéramos encajar. Así que después de la librería, pasaron mas cosas.
-Te imagino
recibiendo… -se me escapó. Fue algo que pensé y salió disparado por mi boca
antes de que pudiera evitarlo.
-¡No me imagines
así! –Me contestó Ángelo casi saltando del asiento, con una expresión de
sorpresa tan adorable que me dio ganas de besarle… entre otras cosas.
-¿Por qué no?
-Bueno, porque no
sé qué pensarías y no me gusta que la gente imagine cosas que no puedo
detectar: me gusta saber todo.
-Pues te diré,
que todo lo que imagines estoy pensando es probablemente así, pero con algún añadido.
-Tampoco creo que
sea muy sexy como me imaginas…
-Quien sabe… tal
vez para ti no, pero para mí… bastante.
Ese día a pesar
de todo, no pasó nada más allá que palabras. Nadie tocó a nadie; yo tenia cosas
que hacer después de clases, él también, así después de clases simplemente cada
quien se fue a lo suyo. Quiero decir, a cumplir con sus obligaciones.
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