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Eternidad





Estoy convencido de que el principio tiene tu nombre. Cuando despierto veo tu rostro, muy cerca del mio, aunque no estés a mi lado en la cama. Pero sabiendo que estas en mi corazón y en mi mente no necesitas ocupar un lugar físico para saber que estas.  También sé que el principio tiene un fin y ese fin se llama como tu porque tú eres el fin. Si tu no estas no hay nada mas: nada que merezca vivirse, que tenga sentido… sin embargo existe la eternidad y está en ti, así que también tiene tu nombre; porque aunque no pueda tocarte mas con mis manos, aunque no puedas nunca mas estar en mi cama y yo no pueda besarte la piel, cada lugar que besaste, tocaste, amaste, ocupaste, lo vuelves a tocar cada vez que intento llenar el espacio vacío que dejaste al marcharte. Quisiera amor mio irme contigo a ese lugar desconocido. Quisiera amor, ¡oh vida mía! Abrazarte porque allí, es duro y frio, vacío, oscuro… pero no me queda más que continuar con mi cuerpo nuestra historia y cada te amo que escuchan mis oídos, sin importar que boca lo pronuncie… siempre será tu voz la que escuche: hasta el día en que por fin volvamos a encontrarnos.

Tu mi principio, mi final, mi eternidad…  si vivo, que sepa el mundo que lo hago por ti, porque tu corazón late aun en el mio y tu aun respiras si yo respiro por los dos.
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Historia de una obsesión (6)







-¡Además es un lobo!

-No, realmente a mi los lobos aunque no me disgustan no son mis favoritos, a mi los que me enloquecen son los vampiros.

-Ah así que prefieres los vampiros…

-Y tú prefieres los lobos, ¿no? 

-Bueno, para serte sincero tengo una lucha interna. Me encartaría encontrar a alguien que fuera un hibrido. 

-Ahora yo también tengo esa lucha… maldito seas.

-Soy un macho indeciso. Pero sé como arreglar las cosas: el que me muerda primero con ese me voy.

Ángelo acompañó las ultimas palabras con una risa mientras se estiraba hacia atrás en la silla de aquella cafetería. Me dejó ver en detalle la ternura en la piel de su cuello, allí donde solo en posturas muy intimas puedes ver a otros mientras los rizos de sus cabellos bailaban con al compas de la brisa que repentinamente entró por una de las grandes ventanas. Vi el suave delineado en alto relieve de sus venas en la piel como si estuvieran ofrecidas a mí y supe que Ángelo me había elegido, dándome la libertad de ser quien me diera la gana de ser siempre que fuera yo mismo. Pero aquello me pareció una deducción demasiado extravagante y además arrogante por mi parte, así que seguí estudiando ese cuerpo con mas atención aun de lo que ya había dado desde temprano, cuando nos encontramos y en sus brazos me giré quedando de frente e indefenso ante la oscuridad de esa noche sin luna asomada en sus ventanas, siempre abiertas de par en par. ¿O seria tan fino el cristal, tan transparente, que aunque cerradas sus ventanas yo las veía abiertas?

Vi como se marcaban por encima de la suave tela su t-shirt su cuerpo delgado; sus pezones invitándome a morderlos, un esbozo apenas visible de algunas de sus costillas tentándome, incitándome a recorrerlas con los dedos de mis manos temblorosas por culpa del deseo. Que tantas veces en sueños había abrazado con mi cuerpo desnudo y aun mas veces, por su culpa, había despertado en medio de mi propia humedad: salada, viscosa, a veces transparente y otras blanca, como espuma de mar. Estoy seguro que dentro yo llevaba un mar y por esos sueños, por esos sentimientos, se derramaba por los bordes limados de mi alma hasta brotar por mi piel.

-Ah… ¿si? –me sorprendí respondiendo en voz alta a lo que él me había dicho, pero era mi cuerpo que, actuando mejor de lo que mi mente era capaz de hacer en ese momento, había hecho lo mas oportuno.

-Sí.

-Cuanta provocación en una sola frase… 

-Soy un macho provocativo. –Dijo él, mientras cambiaba de posición al fin dejando que una vez más le mirara a los ojos.

-Que no quepa duda.

-¡Uy! He destapado una olla. –Y se levantó sonriendo de la silla, con una coquetería que yo quería creer no era adrede, pero que al mismo tiempo me parecía demasiado placentero que sí lo fuera. Él estaba jugando conmigo, yo lo sabia y además me encantaba la forma en que lo hacia. 

El día acababa, mis horas con Ángelo se escurrían como arena entre mis dedos y lo único que me quedaba al final, en la noche antes de dormir, eran sus escritos, los que yo había memorizado y de los cuales habíamos estado hablando para disipar, al menos en mi caso, la tensión de haberlo tenido así de cerca. Libros, mi cuerpo y el suyo; no podía creer que no llegara a darle ni un beso cuando en realidad quería hundirme en el hasta hacerlo estallar y yo, hacerlo dentro suyo. No, estoy mintiendo. Por supuesto que adrede no llegué mas alla aun sabiendo que podía. Eso es porque en realidad soy demasiado masoquista: disfruto de ese dolor agridulce de no tomar lo que deseo aun pudiendo, para que el goce al tomarlo por fin, sea aun mayor.

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Historia de una obsesión (5)






Esa tarde tras las clases me había ido directo a una librería aprovechando que Ney estaba últimamente demasiado ocupado para estar siempre tropezando conmigo. Y cuando digo tropezar, no me refiero a otra cosa que no sea largar sus estúpidos comentarios racistas, homofóbicos y en general irrespetuosos. Como por ejemplo cuando a una de mis mejores amigas, de quien el también a fuerza de presencia deseada o no, se había hecho de alguna forma amigo de ella. Sarah era mi vecina antes de casarse. Es muy joven, solo  algunos años mayor que yo pero aun así tiene un hijo que tuvo cuando ambos íbamos a la misma escuela, aunque ella ya terminándola. Yo no soy quien para hablar de algo tan personal e intimo sobre ella, pero diré sabiendo como fueron mas o menos las cosas que su hijo fue parte  del resultado de varios  hechos horribles que aunque ella no lo diga, estoy seguro que de alguna forma le marcaron la vida.  Un día hablando con Sarah delante de Ney, ella mencionó no recuerdo qué cosa sobre su hijo. Me parece que tenía que irse a buscarle o algo así cuando en eso Ney la interrumpió:

-¿Qué? ¿hijo? 

-Si, mi bebe…

-¡No te lo creo! –interrumpió de nuevo Ney. Y yo ya me temía que nada bueno resultaría de allí.

-Pues sí, tengo un hijo.

-¡Pero eres joven aun! Bueno… eres muy joven realmente. No te lo creo.

Sarah sonrió y le dijo que si, pero que lo había tenido adolescente y el respondió diciéndole que sabía que lo había tenido adolescente: que ella era una calentona.  Ella en respuesta simplemente se fue y yo avergonzado por el asunto,  molesto, le retiré la palabra a ese cabeza hueca. Realmente estaba harto de que siempre anduviera señalando a la gente, de que estuviera siempre de alguna forma haciéndose la victima y que fuera tan irrespetuoso; allí el por qué Ney en esos días estuvo tan ausente en mi vida. O tal vez ausente no sea la palabra… mas bien yo le aparté a partir de ese momento de mi vida, por lo que ahora disfrutaba de una paz que, aunque parezca exagerado, hacia tiempo que por culpa de Ney no tenia. ¿Qué mejor manera de disfrutarlo que en una librería? En ella había también una pequeña cafetería y el olor a café y vainilla me relajaba tanto; si el paraíso existe, tiene que ser una enorme librería con libros de todo tipo, con zona para fumar y grandes ventanales que den a la orilla de un rio o lago. 

Anduve olvidado de mi mismo entre los pasillos de aquel lugar, mi templo, dejándome atrapar por esos personajes ocultos tras cada cubierta de libro y el olor que de cada pagina se escapaba, cuando de pronto alguien atrapó mi cintura en un abrazo demasiado intimo, dejándome sin escapatoria entre su cuerpo y los libros. Pensé en pegarle con el libro que tenía en la mano pero antes de que pensara en algo más, el sonido de una voz en mi oído… me desarmó.

-Gustav.

¿Desde cuando mi nombre se oía tan bien? ¿Qué era eso que sentía? Era como una debilidad y al mismo tiempo fuerza. Era como… una enorme necesidad de darme por vencido cuando ni siquiera estaba luchando.

-¿Ángelo… que haces aquí?

Dije sin poder siquiera respirar porque para mi sorpresa y total desconcierto en ese preciso instante… yo deseé ser suyo. Recordé como comía, tomando incluso las migas de su sandwich con un dedo que lamia, para luego llevarsela a la boca y dejar que la miga desapareciera en su lengua: yo quise ser una miga de esas que desaparecian en su interior, detras de sus dientes, mojadas de saliva.
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Historia de una obsesión (4)



-¡Gustav!

-Hola ¿Cómo estas? –Sonreí, pensando en lo bien que se vería de rodillas sobre el W.C. mirando a la pared mientras yo le poseía: una, otra y varias veces más… sin parar.

-Siempre tienes esa cara.

-Es de felicidad pura… y buenos deseos. –Reí y él también lo hizo haciendo que mis fantasías se triplicaran. Suerte que yo estaba sentado porque de lo contrario habría visto la terrible erección aprisionada entre mis pantalones. Era doloroso, muy doloroso… pero también excitante, porque me imaginaba que ese dolor me lo causaba su piel al penetrarla con mi sexo… aunque era muy poco probable que esto pudiera ser algún día realidad, ya que tras tanto tiempo con Ney, virgen era algo que me imaginaba ya hasta el significado había olvidado Ángelo. Sin embargo la virginidad nunca ha sido para mi algo de vital importancia; él me gustaba. Me gustaba su forma de caminar, como gesticulaba, su voz, las cosas que decía y hasta donde había visto también me agradaba como pensaba. Así que virginidad era lo que menos necesitaba para que me tuviera así de obsesionado como me había tenido… y aun me tenía.


Los días siguientes fueron suaves, tranquilos… y mi relación con Ángelo se hacia mas cercana, mas estrecha. Tal vez sería raro para alguien que estuviera pendiente de nosotros tres, Ángelo, Ney y yo: pero para mi las cosas estaban mas normales que nunca, porque era así como tendría que ser; Ángelo y yo así de cercanos como era normal vernos en esas ultimas semanas. Nos enfrascábamos en conversaciones interesantes y algunas no tanto, pero todas con ese encanto que tiene toda plática cuando los participantes no solamente tienen opiniones comunes, sino que también está esa armonía y comodidad de estar hablando justo de lo que uno quiere, con quien uno desea. Descubrimos que teníamos algunas cosas en común e incluso discutíamos sobre las cosas que él escribía para las clases de literatura y aunque se oiga, tal vez, exagerado… en cierta forma me sentía que le hacia el amor cada vez que me sumergía en lo que escribía con el fin de darle luego una opinión. Aunque yo no leí solo por la opinión, más bien le daba opinión porque amaba lo que escribía y entre conversación y conversación, salió una vez el tema de nosotros mismos.


-Bueno, me alegra de que digas que la historia es viva. Siempre que escribo intento que no sea pesado, si no más bien ligero y hasta provocativo. Y lo de tener cosas en común contigo, bueno sí me parece extraño, por lo que a la primera no nos llevamos precisamente bien. Pero ahora no me incomoda.

-Mmm… a mi me agradabas. De cierta forma, pero me agradabas.

<<O sea, que estaba obsesionado contigo y hasta soñaba que te abusaba en los baños, en el aula después de clases e incluso en ese lugar del patio donde solemos reunirnos. Eso sin contar que me masturbo varias veces al día recordando ese movimiento suave, casi imperceptible de tus nalgas cuando caminas. >>  Pensé mientras él con tanta tranquilidad se sentaba sobre la mesa escolar, como suelen hacerlo los chicos cuando hablan con una chica en el salón, una que les gusta. Yo soy chico también como todo el mundo sabrá a estas alturas, pero yo nunca hago eso ni con una chica, ni con una mesa: a ambas las utilizo de manera muy diferente.

-¡Ja! ¿Cómo que de cierta forma?

-A ver… ¿Cómo te lo explico? <<Sin decirte que por esa forma de agradar, existen los acosadores>>

-Como sabes hacerlo.

Si, no se si será cosa mía, pero él sabe como hacer que la mas inocente conversación se convierta en un reto para mis pantalones.

-Bueno, hay muchas formas de agradar. A veces te agrada alguien y piensas “wow es genial” otras veces es “ok, no me molesta” y otros que te agradan mucho pero que verles molestos es demasiado tentador. Algo así me sucedía contigo, pero ya no.

-¿O sea que al principio te parecía atractivo porque me enojaba y ahora no es así?

-No me parecías atractivo porque te enojaras, me parecías atractivo para molestar que es otra cosa.

-Vale.

Y hasta ahora no lo he dicho, pero antes de siquiera saber que Ney y él tuvieran una relación, mientras a solas Ney se me ofrecía, yo en donde quiera que me encontrara con Ángelo le decía cualquier cosa subida de tono. No nos conocíamos, pero era normal para mí verlo tan bonito que no podía aguantarme las ganas de decirle por ejemplo:

-A ese –señalándolo descaradamente –le voy a dejar el culo como un colador.

Me agradaba molestarle, pero gran parte de su encanto era que en todo el lugar, era el único que parecía no querer nada que tuviera que ver conmigo, salvo tal vez una invitación a mi funeral y Ney aunque su idea era justo lo contrario, ayudó bastante a que la distancia entre nosotros se redujera.  Pero aun así, me parecía increíble estar como estaba ahora, tan cerca de ese chico, hablando como lo hacíamos… aunque entrando a esos temas en los que me sentía interrogado, yo siempre daba vuelta a la hoja y terminaba hablando, como ahora, de cualquier cosa que entretuviera a mi estimado Ángelo

-Y volviendo al tema anterior, le comenté a Ney lo que pensaba de lo que habías escrito. Pero creo que tal vez no debí hacerlo, creo que es algo celoso contigo.

-En realidad sí es celoso conmigo. No entiendo el porque es tan celoso conmigo, pero eso no quita el echo de que lo sea. Y no sabía que le habías comentado sobre lo que escribía. Pero gracias.

-De nada, pero me cuidaré de no hacerlo mas, que la idea no era que se molestara.

-No se molestó, tranquilo. Simplemente él es celoso, pero no se molesta. Tú le caes bien, y siempre ha sido así.

-Ah… pero si es un poquito celoso.

-Sí –rio –y no entiendo, tampoco es que yo sea un top model o algo así.

-Tampoco es que yo ande en búsqueda de quitarle a nadie nada… pero supongo que de las tantas muestras de cariño, esa es una.

-Vale… ¿pero qué es lo que deseas quitarle?

-Nada, eso he dicho. Por eso no entiendo que sea celoso y al final creo la razón es lo que te acabo de decir: una muestra de afecto.

Nuestra ultima clase ya pronto iba a comenzar, así que tras ver al maestro entrar, tanto él como otros que visitaban a sus novias u amigos, tuvieron que regresar a su salón mientras yo tenia que agarrarme al asiento para no correr tras el y dejar que mi propio cuerpo le dijera al suyo qué era aquello que yo quería quitarle a Ney. En eso, tratando de distraerme miré a Ana Paula, la chica mas bonita del salón si no de la escuela quien miraba a su novio alejarse con una expresión tan curiosamente mezclada entre ilusión y tristeza que me pregunté que expresión tendría yo mismo. Miré a Ángelo quien justo atravesaba la puerta pero tras hacerlo mientras caminaba rumbo a su salón me miró directo a los ojos y fue como si mil voltios me cocieran el cuerpo pero estoy seguro de que aquello fue mutuo, pues ambos casi al mismo tiempo apartamos la mirada; ahora tal vez yo estaba sintiendo lo mismo que esa chica de mi salón o al menos, entendía el porqué de esa mirada tan conmovedora.