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Cuando palpita... y no tu pecho




A veces me sorprendo a mí misma excitada, con el sexo mojado solo de recordar algún gesto, alguna palabra leída, escrita o pronunciada y me pregunto si yo seré la única que se pone de esta manera con esa facilidad. Y no es que sea ninfomaníaca ni nada parecido -una cosa es sentir desde adentro y otra sentir dentro desde fuera- es solo que el cuerpo me hierve más rápido que una de esas máquinas eléctricas de calentar agua en los momentos más extraños… o eso me parece.

La última vez que fui a la iglesia –católica- estuve cantando, orando y todo normal como una “buena cristiana” que va con su familia a oír la palabra de dios cuando en medio de un padre nuestro me fijo en el padre; un hombre de algunos 30 años, complexión atlética, ojos vivaces, sonrisa fácil –y además en extremo picara-  con lentes de pasta, posicionado delante del altar… perdí el hilo de la misa y lo recuperé cuando se llevaba la ostia a la boca, pero solo para volverme a perder junto con el ultimo pedacito de ostia en su lengua. Se me antojó ser en ese momento la condenada ostia; me poseyó el espíritu de la perversión, necesitaba con urgencia un exorcismo! Pero no precisamente con crucifijos y agua bendita… sino con su cuerpo sobre, debajo o detrás del mío. Agua bendita? El que se resbalara de nuestras pieles a fuerza de placer. Y una vez más perdí el hilo.

En ese momento mi novia no lo era, pero ella era una amiga muy querida a la que había conocido de pura casualidad –si, como muchas cosas en mi vida- y con quien roleaba de vez en cuando –rol literario, ya hablare de eso en algún momento – pero tanto hablando con ella como roleando, me daban unas erecciones mentales tan grandes que la entrepierna me lloraba por caricias… que por supuesto le daba. Me pregunto si en esos momentos ella, que ahora es mi novia, también complacía como yo su sexo, al mismo tiempo. Sería bonito pensar que si… y que tan intensos orgasmos eran porque de alguna forma nuestra energía se encontraba en el espacio y así terminábamos intercambiando placer; como haciendo el amor por encima de las barreras del tiempo y el espacio.

Pero seré la única a la que le pasan estas cosas? A mi novia le pasa, pero ella es mi alma gemela. Habrán almas primas, sobrinas, a las que les atormenten (¿?) las ganas de esta manera? Pero tener ganas es bueno, es un indicativo de que te quieres, de que estas vivo y que por muchos problemas que tengas aún está viva en ti la llama que convierte en magia la vida.

2 comentarios:

Majarete dijo...

Sascha eres puro fuego. Pareces que te excita fácilmente, porque ni aun en la iglesia puedes controlarte. ¡Qué bueno es tener una mujer asi.

Gracias por visitar y comentar en mi blog

Sascha Lemoine dijo...

Oh me sonrojare~~
Hombre, es que como controlar los pensamientos? Creo que es lo unico libre que nos queda despues de adultos... eso y el deseo.

Gracias a ti por visitar el mio y comentarlo, un beso

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