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Historia de una obsesión (2)




Hoy llegué a la escuela y por lo menos ahora no me mentiré: vine específicamente a ver a Ángelo. ¿Por qué? ¿Para qué? No lo sé e intentar dar cualquier razón seria mentir porque de verdad que no tengo la mínima pista de por qué quiero verlo: pero es así.
-¡Gustav… te mataré!
Vaya… así que ya se dio cuenta. No, espera… ¿De qué se dio cuenta?
-Hola Ney, buenos días. –Dije con una sonrisa que estoy seguro reflejaba bien mis sentimientos ante la persona que gritando de esa manera, a esa hora y sin siquiera saludar se me acercaba; era esa una de las tantas cosas que odiaba de Ney. Él no podía decir las cosas o no decirlas: no, esto ultimo nunca, otra cosa que me hacia hervir la sangre. Lo suyo era correr, echársete encima y gritar, o gritar, correr y echársete encima.
-¿Eres adivino o qué? ¿Haces pacto con el demonio o que? ¡Ángelo me lo ha dicho! ¡Anoche mismo me lo dijo!
-¿Qué cosa? –le respondí, por primera vez durante los pocos meses que teníamos hablando con verdadero interés.
-Me ha dicho que quiere contigo. Le pregunté “¿te agrada?” me dijo que si ¡y yo le dije que no! Entonces me dijo que por qué yo si y el no. ¿Como lo supo?
Ah si, al final si tenia que ver con algo sobre enterarse. Pero es que para mi está claro: Ney se acuesta con muchos y se jacta diciendo que Ángelo lo adora, que solo se acuesta con el y que no es capaz de hacerlo con nadie mas cuando él, por el contrario lo hace con muchos, se enamora y hasta a mi se me ofrece en bandeja. Aunque por suerte hacen exactamente dos días que ya no se me ofrece. Creo que por fin ha entendido que con él, no quiero tener ni el mínimo roce.


-Ney, me parece obvio. Si te llaman, si te tratan de  la forma en que te tratan esos con los que estas… a mi me parece motivo mas que suficiente para lo que te ha dicho.
-Esos malditos, los odio!


Y ahí empezó la rabieta de Ney. Vestida de improperios, de maldiciones y de vez en cuando de lagrimas. No sé si por maldad, porque en el fondo soy amable o como premio por contarme sobre Ángelo pero tras un rato de verlo patalear y pelearse con el aire, sin ni siquiera mirarlo le dije:


-No te preocupes, no haré nada con el. Sabes que tengo novio y además, estoy realmente muy ocupado; no todos vivimos solo para tener sexo, hay otros que estudiamos. ¿ O es que acaso no sabias que ahí estaba el misterio? Pues si, por eso nunca me va mal en los exámenes. 


-Calla Gustav.


Si, esa es la respuesta de siempre, ya la esperaba. Así como también cuando viendo que yo no iba a decirle una sola palabra mas, dio la espalda y se fue por donde había venido. Era tan simple… que me desconcertaba. Cuando Ney hablaba y oía algo que no le gustaba, o sea cuando se le decía una verdad, esa era su respuesta siempre. Era aburrido y yo cada vez entendía menos por qué Ángelo aunque fuera de vez en cuando, le siguiera dedicando tiempo. Pero yo no quería pensar en Ney y su estupidez, yo solo quería pensar en Ángelo. Así que quería hacerlo conmigo… que interesante, pero creo que desecharé la oferta. Lo deseo, demasiado lo deseo, pero no pienso participar en su juego con Ney; yo quiero jugar, pero en esa mesa solo caben dos. Si esta aburrido de su “fondo venidero” como me imagino está, entonces que le deje: yo no estoy dispuesto a ser solo quien le quite el aburrimiento. Y ahí sonó el timbre, por lo que me apresuré a ir a clases. Hoy probablemente no vea a Ángelo, pero esta bien porque de todas formas… yo no tenia nada importante que decirle.

Las horas pasaron con la lentitud de un suero hecho con miel de abejas… pero Ángelo, mi pequeña obsesión, no había permitido que la belleza de sus ojos oscuros, desafiantes, se tragaran mi mirada. Me gustaba la forma en que sus ojos como dos puertas a una dimensión desconocida se fijaban en los míos, me sostenían la mirada, como nadie mas lo hacia y pensando en ellos sonó una vez mas el timbre; ahora el que marcaba el fin a las tortuosas horas en las que no era dueño de mi, porque siempre estaba pendiente a que apareciera él en mi camino.

-¡Gustav!

No otra vez. No bien había pisado el pasillo que daba a la salida cuando Ney, que parecía tener un radar especial ya estaba llamándome… y no había forma de hacer que no le oía porque todo el mundo se volteó a mirarle. Muéranse todos, hijos de puta arrabalera. 

-Hey Ney –traté de ser lo mas agradable posible porque en el fondo, aunque no sabia muy bien por qué, me sentía un traidor.
-¿Qué harás?
¿Eh? ¿Ya sabe que no se si tirarme al polvete suyo por la derecha o por la izquierda?
-¿Con qué?
-¡Ahora tonto! Que el qué harás cuando salgamos de aquí.
Y sin esfuerzo alguno en fracciones de segundo se me ocurrió:
-No saldré de aquí ahora, tengo algo hacer con mis compañeros. ¿Necesitabas algo? <¡Ja! Yo tan amable. No es raro que se me ame tanto.>
-No en realidad… pero hace mucho que casi no hablamos, te extraño.
-Lo siento Ney, pero ya se acerca el fin de semana, seguro tendremos mas tiempo.


Y así, dejándole con cara de gatito mojado bajo lluvia de Mayo me fui a “reunir con mis compañeros.” Debo decir que aunque yo sintiera que había mentido no lo había hecho en lo absoluto, porque ciertamente a donde iba sí que había varios compañeros de salón, así como también era dentro de la escuela y era por supuesto, una clase. Solo que yo no estaba obligado a ir, solo iba porque no me daba la gana de salir con Ney quien en realidad es muy atractivo: tiene el cabello de un rubio puro, absoluto, que si la Barbie tuviera vida seguro se ponía celosa. También tiene los ojos de un azul tan limpio que a mi me parecía increíble que no me atrajeran en lo mínimo, eso sin contar que tanto su cuerpo como su piel, son hermosos, perfectos… realmente Ney es un chico muy guapo, pero a mi me parece el ser mas desabrido sobre la tierra; todo lo contrario a Ángelo.


El pasillo por el que fui ya estaba vacío a esa hora, pues los estudiantes regulares ya se habían ido a casa y los que pertenecían a esa clase a la que me dirigía ya estaban dentro del salón correspondiente, por lo que en el camino fui haciendo sin interrupción alguna lo que últimamente tanto me gustaba hacer: pensar en el objeto de mis mas oscuros deseos. Por eso al llegar a la puerta y abrirla lo hice como por automático y así me senté en el primer asiento que encontré que además estaba en excelente posición para ver a quien en medio del salón al parecer justo acababa de leer algo, pues empezaban a dar opiniones de esto y aquello, a preguntar… ah que aburrimiento. Amo la lectura pero en ese preciso momento no estaba ahí, solo mi cuerpo, porque el alma estaba dando vueltas sin encontrar donde asentarse… hasta que alguien se levantó y empezó a contar una historia; sin leerla, de memoria, con los ojos ardiendo, vivos como fuego y la voz… su voz llenó cada rincón de ese lugar que ante él se hizo grande y pequeño a la vez, a medida iba avanzando la historia que nos hacia.  No voy a decir que era perfecta la historia porque no era así y yo por mucho que me encienda alguien soy imparcial a la hora de juzgar, sin embargo su forma de relatar era única, estaba viva, me tenia hechizado, preso y sin posibilidad de escape por el tiempo que él quisiera; eso era mágico y es algo que casi nadie tiene. Al final parece que Ney tenia razón, porque había ciertamente, magia en Ángelo. Una magia que hizo a mi alma calmarse y alborotarse al mismo tiempo, que me hizo amarle, odiarle, rendirme ante él en secreto, queriendo ser suyo a pesar de que estuviera con ese idiota. Por suerte, el relato acabó y solo quedó en mi mente, grabada a fuego su voz y en la retina la gracia de sus movimientos. Creí que ya todo estaría normal, pero entonces antes de sentarse fijó sus ojos de diablo en los míos y fue como si mil voltios me pegaran, sin embargo orgulloso como soy, solo sonreí y él me guiñó un ojo porque es coqueto, es provocador y además es tan vanidoso como yo; cree que todo el mundo le tendría que amar solo por ser el, quien es nadie, pero por increíble que parezca… su formula funciona. 


Dos horas después de haber entrado la clase había terminado. Pero la gente no se iba a su casa corriendo como si le estuvieran persiguiendo para matarle si no que se iban tranquilos, hablando unos con otros… la verdad, es que el ambiente era muy relajante y aunque había ido solo por deshacerme de Ney, había terminado incluso participando, aunque sin ninguna historia. Solo dando opiniones y compartiendo con los demás; lo hice además, con honesta comodidad, olvidando incluso que allí, a solo dos asientos de mi estaba él, el motivo encarnado de lo que por primera vez en mi vida me obsesionaba. Algo que además, estaba vivo.


-Confieso que al atravesar la puerta no sabia lo que me iba a encontrar –dije caminando a su lado cuando ambos coincidimos en la puerta –realmente me ha gustado, pero además tu relato fue… sinceramente me impresionó.
-Gracias –me dijo. Y yo me pregunté si acaso había encontrado a alguien con el ego más grande que yo porque, ¿que tal si me había impresionado en el mal sentido de la palabra? Y continuó –no esperaba que te gustara tanto, pero me alegro. Y… ¿que esperabas encontrar?
-No lo sé como ya te dije, pero tampoco tenia idea de que lo que fuera que hubiera me iba a resultar tan agradable. 


Pasamos como 15 minutos andando uno al lado del otro vistiendo ambos igual: una camisa blanca y pantalones blue jeans que era el uniforme. En realidad no tenia nada de especial esa vestimenta, pero en el quedaba que daban ganas de empujarlo al primer callejón y violentar su cuerpo hasta que desapareciera ese odioso y abrumador atractivo que tenia. ¿Y como se veía físicamente Ángelo? Pues, estoy seguro que para muchos tendría un físico que no sobresalía del montón; tenia el cabello oscuro suavemente ondulado, castaño y sus ojos como ya he dicho antes también eran oscuros, pero negros, como dos ventanas dejadas descuidadamente abiertas en una noche sin luna ni estrellas. Su piel era ligeramente tostada, como color arena pero su boca… esa reunía y luego multiplicaba toda la provocación que contenía en el alma ese cuerpo que por cierto, este ultimo era bien proporcionado, alto y sin una pizca de nada que sobrara. Yo tampoco estoy mal, en lo absoluto; tengo los ojos almendrados, verdes, el cabello negro lacio y la piel color caramelo. Mi cuerpo es de dimensiones similares a las de Ángelo pero yo soy algo mas musculoso, ya que Ángelo es muy natural y yo sin embargo si bien no soy un obseso con las pesas, de vez en cuando las hago, así como también cuido mi alimentación, cosa que Ángelo no hace en lo absoluto. 

-¿Voy con Ney, vendrás?
-En otra ocasión, hoy no puedo.
-Lastima. Bueno, hasta mañana.
-Bye.

¿Serán normales esas ganas de matarlo? No me refiero a matarlo a besos o algo así, me refiero a literalmente matarlo; con mucha sangre, morderlo, golpearlo… sentir su vida resbalarse por mis manos y caer desde mis dedos hasta el suelo. No entiendo, no me entiendo… pero le odio. Creo que estoy volviéndome loco.

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